Sólo somos el reflejo de lo que eramos, los restos de una utopía destruida por el odio y la codicia. Individualmente increíbles, colectivamente aniquiladores de todo lo que amamos.
miércoles, 20 de julio de 2011
Yo no creo en Dios, ni en la suerte, ni en la diosa fortuna, ni en las coincidencias, ni en el azar, ni en el destino, ni en las casualidades, no creo en este mundo que se hunde. Yo creo en mi puta vida y en que mañana será un día mejor, en mi familia y en mis amigos, en ganármelo todas las mañanas y en no encontrar nunca un rumbo fijo, en navegar por los mares de tus piernas y no despertar jamás.
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